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Polito Ibáñez: un alma inquieta que se confiesa

Polito Ibáñez: un alma inquieta que se confiesa

Por: Sarah Paz Martín

Campeón provincial en los 60 y 150 metros planos en su etapa escolar, amante del ajedrez y de las artes plásticas, actor de academia y músico por vocación, Polito Ibáñez ha explorado cada una de sus aptitudes, pero para beneplácito de su público, decidió comprometerse con la canción. Los aplausos recaudados con sus fonogramas Recuento, Para no pensar, Axilas y su flamante Sombras amarillas, no le sirven para sentarse a saborear, sino que los utiliza como acicates para seguir ofreciendo sus creaciones, con la única pretensión de permanecer en el recuerdo de una nación que ya lo abraza como a uno de sus hijos más valorados. Desde su perspectiva cercana y sincera, y con la solidez de argumentos de quien parece haber vivido muchas veces, Polito encuentra poesía en las realidades; las absorbe primero, y luego transpira, a flor de piel y a fuerza de voz, sus impresiones más genuinas. El resultado es la transparencia que caracteriza su obra, en la que cada nota abre paso, primero, y enriquece, luego, a la palabra. Sencillo, fiel a lo que canta y proyecta en el escenario, y tan coherente como sus producciones, este cantautor se desdobla en un afanoso creador, un reposado analista y un intenso ser humano.

¿Trovador o roquero?

Pienso que soy todas las cosas en un mismo hecho. Lo de trovador viene porque hago las canciones a guitarra, y las figuras del Movimiento de la Nueva Trova -no solo las que más éxito tuvieron sino todas-, fueron decisivas, muy inspiradoras en mi carrera. Estudié actuación en el ISA y cuando descubrí que existía una canción que exigía de uno cierta imaginación, cierta cultura, me incliné entonces por este camino. Así que trovador primero.

“Lo del rock y el pop viene más bien porque en esa música, en esa tímbrica, he encontrado el soporte ideal para poder transmitir ciertas emociones, alguna que otra transparencia que necesite en un momento en una canción y porque pienso que el rock es la música de todos los tiempos, la que nunca murió, la que nunca va a morir, y de la cual se alimentan las almas inquietas, entre las cuales me tomo la atribución de ubicarme”.

¿Aspiraciones, sueños?

Quiero estar en la cultura cubana por todos los siglos que le queden de existencia a la Tierra, incluso si la Tierra desaparece, quisiera que quedaran flotando todavía algunas de las cosas que le ofrecí a la gente, no por la vanidad propia de haberlo logrado, sino sencillamente porque lo que eso significa, haber sido lo que considero que somos los seres humanos en cada una de las etapas de la vida: traductores de una especie de inteligencia que nos supera (hay gente que le llama Dios, o intuición, o el ejercicio propio de la existencia).  También por la inquietud, de generar otras inteligencias. Y en ese sentido creo que Polito Ibáñez para lo que trabaja es para ello, un propósito muy difícil de lograr, pero por el que vale la pena arriesgarlo todo.

¿No crees que ese propósito es un poco ambicioso?

Es muy difícil, pero si me planteo solo hacer buenas canciones estaría siendo un mal traductor de eso que significa la existencia a la cual me he referido. Soy un móvil, como somos todos, de algo que nos supera, que podemos ser nosotros mismos, no necesariamente hay que caer en términos místicos ni religiosos. Y si tengo la antena, el diapasón y el cerebro abiertos, a que esa inteligencia se permeabilice en lo que me rodea, y soy capaz de traducirlo en una canción, pienso que estaré haciendo un aporte invaluable a la vida de los seres humanos de este país, y si encima pudiera ser universal, pues al mundo.

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