Hartos del modelo

Aunque bastante habituados a las manifestaciones públicas en Europa como tradicionales y reconocidos espacios para expresar descontento y protesta, las que acaban de efectuarse en España, puede que marquen, sin embargo, un nuevo momento de lucha, tanto por sus participantes como por su extensión y contenido, cuyas señales será difícil de pasar por alto.

En primer lugar se han escenificado marchas simultáneas en unas 50 ciudades del país, con una participación tan amplia, que diferentes protagonistas consultados se declararon más progresistas o más conservadores o hasta “sin definición ideológicas” o “apolíticos”. Acaso el denominador común que los movilizó pudiera resumirse en una palabra: hartos. O como subrayaron con indignación dos de las consignas centrales “No somos mercancías en manos de políticos y banqueros” y “Vuestra crisis no la pagaremos”, puesto que el desempleo se acerca a cinco millones de población activa .

Otros explicaron las marchas “por la indefensión del ciudadano de a pie”, mientras que legiones de jóvenes desfilaron enarbolando en sus camisetas el lema de “sin casa, sin curro, sin pensión y sin miedo”. Suficiente para tomar el pulso social, bajo un un modelo repudiado con el que no se vislumbra una